domingo, 14 de noviembre de 2021

PLANTAS Y ANIMALES DE VIVER (y alrededores), 2ª entrega (3ª parte de 5)

 

 5. CARRASCA Y COSCOJA


Nombres comunes: carrasca, encina / coscoja, carrasquilla.
Nombres científicos: Quercus ilex / Quercus coccifera.
Familia botánica: Fagáceas.

Gran ejemplar de carrasca, conocido en Viver como la Carrasca de Gusana,
en el “Prao”; en realidad se trata de varios brazos que salen de la misma raíz

  
Referencias y curiosidades:

Las fagáceas son una importante familia de plantas leñosas, en general arbóreas, donde se encuentran incluidos árboles como el castaño, el haya, los diferentes robles (conocidos por nuestra zona como rebollos), la encina o carrasca, la coscoja, el alcornoque y algunos otros. En esta ocasión vamos a hablar de la carrasca y de la coscoja, plantas bien abundantes, en general conocidas, y muy importantes dentro del ecosistema mediterráneo.

Tal vez la carrasca pueda considerarse el árbol fundamental del Mediterráneo, si bien, por las actuaciones humanas actualmente haya más pinos, y queden pocos encinares bien conservados. No obstante, antaño debieron ser los bosques principales, en general combinados con otras especies. Para un aficionado una carrasca es lo mismo que una encina, aunque los biólogos no parecen ponerse de acuerdo en si son especies iguales, diferentes o subespecies. En algunas zonas se les llama encinas a las de porte más arbóreo, y carrascas a las más bajas, con porte arbustivo (se suele considerar arbustos a las plantas leñosas que se ramifican desde el suelo). En realidad, dependiendo de las condiciones, muchas carrascas crecen de forma arbustiva, y algunas, por competencia entre ellas o con otros árboles, o por la acción humana, llegan a tener un porte arbóreo, a veces realmente espectacular. Las hojas de la carrasca son verdes mate por la parte de arriba (haz), y blanquecinas por la parte de abajo (envés), debido a la presencia de pilosidad. Algunas, sobre todo las cercanas al suelo, pueden tener el borde espinoso. Sus flores son muy poco vistosas, pero forman densos ramilletes que cuelgan en la primavera. Su fruto es una bellota, que madura en verano, de gran valor nutricional para el ganado, y también para las personas cuando había hambre.

La coscoja es uno de los arbustos principales del matorral mediterráneo. Forma matas espesas y duras, en ocasiones cubriendo densamente laderas enteras. Puede confundirse fácilmente con una carrasca arbustiva, pero a poco que nos fijemos apreciaremos las diferencias. Las hojas de la coscoja son verde brillante tanto por el haz como por el envés, y casi siempre su borde es muy espinoso. Al igual que en la carrasca sus flores son poco vistosas, formando asimismo densos ramilletes, también en la primavera. Y al igual que la carrasca, su fruto es también una bellota, de gran valor nutricional para el ganado, y menos para las personas, debido a que suelen amargar.

En ambas plantas, además de su uso alimenticio, otro uso fundamental es la madera, tanto para fabricar herramientas y otros elementos, como para su uso energético, bien directamente como leña, o bien en su transformación previa como carbón vegetal. Estos usos como leña y carbón fueron muy importantes durante siglos, y como consecuencia de ello muchos encinares eran talados cada cierto tiempo, por lo que en muchas zonas veremos pocos ejemplares de gran porte. Más bien es fácil observar, en el caso de las carrascas, extensiones con casi todos los ejemplares de un porte similar y mediano, resultado de un crecimiento homogéneo tras las últimas grandes talas para producir carbón, realizadas hace pocas décadas. Respecto al uso alimenticio del ganado, en otras zonas de España son típicas las dehesas de encinas y alcornoques, con grandes ejemplares que alimentan con sus bellotas a diversos animales, entre ellos al cerdo ibérico.


 
Racimos de flores en la carrasca (arriba) y en la coscoja (abajo)

Hojas por el haz y el envés del rebollo, la carrasca y la coscoja


Comentaremos dos especies más, con cierta similitud y de la misma familia botánica. Una es el alcornoque o “surera” (Quercus suber), de porte similar a la carrasca, que no tenemos por Viver, pero sí en las Sierras de Espadán y Calderona. Su principal diferencia es su espesa corteza, de la que se extrae el corcho.

La otra especie es el rebollo (Quercus faginea), un tipo de roble, y por tanto caducifolio, cuyas hojas se secan en el invierno, aunque se mantienen en el árbol hasta la primavera. Es poco productor de bellotas, pero sí suele tener muchas agallas, que son bolas producidas por la picadura de un insecto (ver cuaderno 1 de esta colección). Sus hojas se parecen a las de la carrasca, pero son más blandas, su haz es verde brillante y su envés es verde mate. En Viver sí que podemos encontrar ejemplares de rebollos por varias zonas, especialmente en las laderas de Santa Cruz y hacia el Pinarico, en lo que antiguamente fue la partida del Rebollar.

 

 Bellotas ya casi maduras de carrasca
 
 Bellota aún por madurar de coscoja

Ámbito: en Viver y los pueblos colindantes se encuentran abundantes carrascas y coscojas, pero todavía pocas comparadas con las que debieron haber en otras épocas. En Viver un ejemplo de coscojar cerrado, entre otros muchos, lo tenemos en el Alto de los Domingos; y de zona con bastantes carrascas podemos señalar el Alto del Carrascal, en Monleón. 



6. GOLONDRINAS, AVIONES Y VENCEJOS

Nombres comunes: golondrina, avión, vencejo.
Familias científicas: Apodidae y Hirundinidae.
Clase: Aves.


Referencias y curiosidades:

Vamos a hablar de tres pequeñas aves, muy abundantes en nuestro pueblo, que nos visitan en el verano para proceder a su reproducción, y que no siempre la gente sabe distinguir unas de otras. Son la golondrina común, el avión común y el vencejo común. La tres especies migran a África para pasar el invierno. 

 Pareja de golondrinas, la hembra a la izquierda y el macho a la derecha

 
 
La golondrina común (Hirundo rustica) es la más conocida de las tres especies. Es un ave paseriforme de la familia Hirundinidae. Es la especie de golondrina con la mayor distribución del mundo. Habita por lo general en los pueblos, utilizando estructuras hechas por el hombre para construir sus nidos. Se alimentan de insectos que capturan mientras vuelan, siendo consideradas, por tanto, muy beneficiosas para los humanos. Aunque sigue siendo abundante, está constatándose un retroceso en sus poblaciones.

Su color predominante es el negro, con algunos reflejos azules en su dorso, pero su cara es rojiza y el pecho es de color crema. Tal vez su detalle más característico es su cola larga y ahorquillada, algo más larga en los machos. Tiene las patas cortas, pero aún así puede posarse en el suelo (por ejemplo para coger barro) y volver a volar sin mayor problema.

Es muy ágil en su vuelo, y es frecuente verla volando por las calles de los pueblos, a menudo haciendo vuelos rasantes con giros rápidos. También hace esos vuelos a ras del agua por las balsas, bien para beber agua o bien para capturar insectos.

Llegan por marzo a nuestras tierras, y pronto se ponen a construir o reparar el nido (suelen ocupar el mismo nido a lo largo de los años). Su nido es en forma de taza, hecho con bolitas de barro, y su parte superior no toca el techo. En Viver anidan de forma bastante distribuida por diferentes zonas del pueblo, poniendo los huevos (de 3 a 5) en mayo o junio, los cuales incuban durante unos 15 días. Nacidos los pollos, éstos serán alimentados en el nido de 15 a 20 días, tras los cuales ya vuelan, aunque los primeros días todavía serán alimentados por los padres. Ponen una o dos (o hasta tres alguna vez) nidadas cada año. Las crías tienen un color rosado o naranja en la cara, y su cola carece de horquilla. Por septiembre comienzan a agruparse, y llegado el día se van hacia África, dejando los pueblos un poco más vacíos.

Otro detalle bastante conocido de las golondrinas es su canto, pues es un ave muy cantarina. Emite un característico gorjeo, muy habitual al amanecer.

Puesta de huevos de golondrina

Pollos de golondrina recién eclosionados

 
Pollos de golondrina en el nido reclamando comida

Ejemplares jóvenes de golondrina

El avión común (Delichon urbicum) es también una conocida ave, aunque con frecuencia es confundida con la golondrina. Como ésta, es un ave paseriforme de la familia Hirundinidae, y asimismo habita por lo general en los pueblos, utilizando también estructuras hechas por el hombre para construir sus nidos. Del mismo modo, se alimentan de insectos que capturan mientras vuelan, siendo consideradas por tanto beneficiosas para los humanos.

Tiene las partes superiores del cuerpo y la cabeza de color negro, con el obispillo y las partes inferiores del cuerpo blancos. Su cola es corta, con una pequeña horquilla, en forma de “V”.  Ambos sexos son iguales. Los jóvenes tienen colores menos contrastados. Como las golondrinas, también pueden posarse en el suelo. Su vuelo es rápido y ágil, aunque algo menos que en la golondrina común, y a menudo se produce a mayor altura que en ésta. Suele observarse en vuelo de forma agrupada.

Al igual que la golondrina, es una ave migratoria, llegando y yéndose en fechas similares. Su ciclo es muy parecido al de las golondrinas. Pero una diferencia fundamental es la forma del nido, que en este caso tiene forma de cuenco cerrado, habitualmente bajo los aleros de los edificios, adosados a la parte alta de los mismos. También es de carácter más gregario, formando grandes colonias, a menudo con los nidos unos junto a otros, por lo que a veces puede ocasionar problemas de suciedad debajo de los nidos. Todos conocemos la gran colonia de aviones que hay en la Plaza Mayor de Viver; la suciedad que ocasionan es el precio a pagar por su labor predadora de insectos y su alegre presencia.

También es un ave cantarina, si bien su canto es menos melodioso, consistiendo en una secuencia algo monótona de gorjeos encadenados.

Avión común: nidos en el edificio del Ayuntamiento

 
Avión común: adulto alimentando a los pollos

El vencejo común (Apus apus) es un ave de la familia Apodidae, no estando emparentada con las golondrinas y los aviones. Pero también habita por lo general en los pueblos, y tiene unas costumbres y formas con cierta similitud a las golondrinas, por lo que algunas personas  confunden estas aves. Utiliza los huecos de edificios o de paredes rocosas para poner su nido, y asimismo se alimentan de insectos que capturan mientras vuelan, siendo igualmente consideradas beneficiosas para los humanos.

Su color es oscuro en general, no teniendo detalles que se puedan apreciar, menos aún con la velocidad a la que vuelan. El detalle más característico son sus alas en forma de guadaña o dalla. Son un poco más grandes que las golondrinas y aviones, y su cola tiene una pequeña horquilla, similar a la de los aviones. Sus patas son muy cortas, y tiene mucha dificultad para despegar desde el suelo; más bien, si está en el suelo y quiere volar, trepa por las paredes hasta alcanzar cierta altura, para luego dejarse caer y volar de inmediato.

Es tremendamente rápido y ágil en el vuelo. Sus alas perfectamente diseñadas para el vuelo le permiten volar con suma eficacia. De hecho los vencejos viven casi permanentemente en el aire, sin posarse durante meses, donde se alimentan y duermen (lo hacen alcanzando cotas muy altas y realizando breves y frecuentes sueños). Solo se posan en el periodo de nidificación. Es una gozada observar su hábil vuelo, sus rápidos giros, y la velocidad que logran tan sólo con cambiar la posición de las alas.

Llegan por abril o mayo a nuestras tierras, y ocupan el escaso nido, más bien un hueco sin más. En Viver anidan por varias zonas del pueblo, pero es la Plaza del Ángel o Repla donde los hay en más abundancia, con diversos nidos en los huecos de la Torre y de la Iglesia. Ponen una sola nidada, de 2 o 3 huevos, que incuban durante unos 20 días. Los pollos estarán sobre unos 40 días o algo más en el nido, siendo alimentados por sus padres. Cuando se echan a volar, no volverán al nido, y serán ya totalmente independientes. En ocasiones, en el primer vuelo caen al suelo, teniendo serias dificultades en despegar; si nos encontramos uno de ellos por el suelo, solo tenemos que cogerlo y lanzarlo al aire con fuerza, casi seguro que volará de inmediato. Estas crías son resistentes, y pueden estar días sin comer. En general los vencejos son aves fuertes, basta con ver los golpes que se dan en ocasiones al llegar al nido, sin que les pase nada. Aunque son los últimos en llegar (de las aves comentadas), son las primeras en marchar hacia África, hacia finales de agosto.

El vencejo tiene una característica voz, consistente en unos chillidos breves y agudos, algo estridentes. Es habitual escucharlos, en las mañanas o tardes del verano, mientras no paran de revolotear en bandos, como persiguiéndose unos a otros.

Vencejo común, volando por la Iglesia
  
   Cría de vencejo, caída al suelo, volará en cuanto se le tire al aire

Para diferenciar las tres aves comentadas, además de los detalles explicados, aportamos unas siluetas en vuelo, muy características. Otro detalle es la altura a la que vuelan. En general las golondrinas vuelan bajo, a veces con vuelos rasantes por el suelo, mientras que los aviones ocupan pisos intermedios. Son los vencejos los que habitualmente vuelan más alto, salvo cuando lo hacen en grupos, virando por las calles del pueblo.

 


Además de las tres especies comentadas, por la comarca también pueden observarse especies similares, como la golondrina dáurica, con cierta similitud a la común, más escasa, y de ambiente campestre. O el avión roquero, un poco más grande y sin partes blancas, que no migra y suele pasar el invierno por la zona, pero su hábitat son los roquedos naturales. Más similar al común es el avión zapador, el cual hace los nidos en taludes. Y por último tenemos al vencejo real, más grande que el común, y que prefiere roquedos y paredes naturales.

Ámbito: podremos encontrar las tres especies principales por el pueblo de Viver (y en cualquier otro pueblo de la comarca), por diversas partes del pueblo, y especialmente en las indicadas, entre marzo y septiembre.





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