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jueves, 16 de julio de 2020

RUTA DE SENDERISMO POR VIVER, RV-13: VIVER A RAGUDO

RUTA DE SENDERISMO POR VIVER. RV-13

VIVER A RAGUDO



DESCRIPCIÓN BÁSICA:

La presente ruta, de carácter circular, recorre desde la población de Viver hasta las Masías de Ragudo, pedanía de Viver formada por varios conjuntos de casas. La ida se realiza de forma casi directa, en parte por lo que pudo ser el antiguo camino real, pero el retorno se realiza siguiendo la línea del curso del Barranco Hurón. A lo largo de toda la ruta pueden observarse distintos y variados elementos interesantes.

En general se transita por caminos cómodos, si bien en algunos puntos iremos por sendas que requieren un poco de cuidado. La presente ruta es una extensión de la ruta nº 2, pues hace su inicio y final por el trazado de la misma. Por tanto, si se desea se puede acortar esta ruta (la nº 13) partiendo y regresando desde la Masía del Cristo.


DATOS:

- Punto de partida: Fuente de Mosén Villar, Viver.
- Distancia: sobre 15,5 kilómetros.
- Tiempo previsto: de 4 a 6 horas.
- Dificultad: ruta fácil, aunque en un par de tramos se camina por sendas que requieren un poco de cuidado.


DESCRIPCIÓN DESARROLLADA.

Esta descripción solo pretende dar una idea general del recorrido así como de los principales elementos del patrimonio rural que encontraremos durante el mismo; se puede encontrar información complementaria en el plano que se adjunta al final e información más detallada en el track para GPS cuyo enlace se facilita más abajo.

Partiremos de la parte alta del pueblo, concretamente de la fuente y parque de Mosén Villar. Salimos por la calle Aguas Blancas en dirección al albergue de color salmón que distinguimos al fondo (Santa María de Aguas Blancas). Pasamos por dos fuentes, siendo la última también nombrada como de Mosén Villar y junto a la balsa del riego de Mediavega. Poco después pasamos entre una casa y un lavadero, junto al que fue el Molino de Ribera, para dirigirnos hacia el Salto Agua Blanca, cuyas aguas son las provenientes del Manantial de San Miguel. Subimos las escaleras paralelas al salto de agua, dejando a nuestra derecha el actual recinto de Santa María de Aguas Blancas, que en su día fue molino harinero (posiblemente el más antiguo de Viver, casi seguro de época musulmana) y luego almazara (Almazara de la Señorita).

Seguimos por caminos rodeando la Balsa nueva de San Miguel, en cuyo lateral encontraremos un majestuoso chopo donde hace varios siglos estuvo la ermita de San Miguel (regentada por la orden de los Mínimos), y de la que hoy no queda ningún rastro. Enseguida nos desviaremos por un estrecho y poco visible sendero, que por la linde de un campo nos llevará al mismo manantial de San Miguel, bello, fresco y agradable rincón acondicionado como parque. Las aguas de dicho manantial abastecen el consumo de la población y un importante y complejo sistema de regadío tradicional.

Seguimos por un camino asfaltado hacia el Oeste, viendo al fondo los montes de Ragudo, con la presencia de los aerogeneradores. Bordearemos una granja dedicada a la cría de visones, y girando a la izquierda llegamos a la carretera CV-235, que cruzamos con sumo cuidado. A nuestra izquierda ha quedado la partida del Balsar, que antaño se inundaba por la lluvia, al ser una cubeta natural, aunque ahora se drena a través de un pequeño canal. Seguimos el estrecho camino asfaltado, pasando ahora junto a una granja avícola.

Continuamos nuestro camino que atraviesa la partida del Carril. Creemos que dicho nombre se debe a que el camino por el que vamos debía coincidir con el antiguo Camino Real. En un pequeño cerro vemos unos depósitos grandes verdes; son los que regulan el actual sistema de riego por goteo extendido por casi todo el término, y que se nutre del pozo del Carril (caseta blanca junto a la cual hemos pasado). Tenemos buenas vistas: a la izquierda las Cambras o Peñas Royas y detrás de ellas se asoma Peñaescabia y las sierras de El Toro y Bejís, delante de nosotros están los Montes de Ragudo, y a su derecha el conjunto de los montes de Cerdaña. A nuestra derecha y al fondo queda la Sierra de Caudiel y detrás nuestro se aleja la Sierra Espadán. También vemos cerca y delante las casas de las Masías de Ragudo, y un poco detrás el edificio y los hangares del aeródromo. Tras disfrutar de las vistas, seguimos hacia las casas.

Hemos llegado al primer y más grande conjunto o barrio de las Masías de Ragudo, hoy conocido como Casas de Parrela, pero que antes eran varios grupos de casas con varios nombres, el cual vamos atravesando hasta llegar a un recinto vallado; son los antiguos cubos comunitarios de vino, que fueron un poco acondicionados hace unos años. En un rincón podremos ver la cisterna, que era alimentada por la acequia madre para el suministro de agua de consumo humano (cada grupo de casas tenía la suya propia). Salimos del barrio siguiendo hacia el Norte, y viendo al fondo las casas del Barrio del Molino. Pero antes pasaremos por el segundo barrio, la Masada del Sordo. Estos dos primeros conjuntos de casas también son conocidos por los lugareños como Ragudo de Abajo.

Salimos por el camino de las Quinchas, llamado así por atravesar dicha partida, para llegar al actual Barrio del Molino o Ragudo de Arriba, que antes eran tres barrios: Cuadrante, Molino y Ermita. Tras cruzar la acequia de Juan de Roque podemos observar lo que fue el molino harinero de Ragudo (restaurado como vivienda), apreciando el caz (o acequia elevada por la que entraba el agua) que llega a la casa. Un poco más adelante está la balsa del molino, luego a nuestra izquierda queda la Ermita de Ragudo, y por último, junto a las últimas y dispersas casas, el  depósito de agua potable y un abrevadero. Pronto llegaremos a la Fuente o Manantial de Ragudo, que suministra el agua para las casas y para el sistema de regadío. Este es un buen punto para descansar un rato.

Desde la Fuente de Ragudo continuamos por el camino que pasa junto a la Estación de Renfe de Masadas Blancas (tan sólo para servicio técnico), y tras pasar bajo la carretera de Ragudo cruzamos con cuidado por encima de las vías del tren, llegando a la Caseta y área de Masadas Blancas, perteneciente a la Vía Verde de Ojos Negros, por la que seguimos hacia el Noreste. Al poco cruzamos por encima del Barranco Hurón, más bien una hoya, a veces seco, pero ahora (junio de 2020) con agua. Acabamos de entrar en el término de Benafer. A nuestra derecha podemos ver un búnker o nido de ametralladoras. Pasamos bajo la autovía A-23, y pronto cruzamos un puente sobre el Barranco Poyatos o de los Cerezos, afluente del Hurón.

La opción principal va a seguir por algunas sendas un poco malas. Así pues, si alguien desea seguir por trazado fácil, no tiene más que seguir la Vía Verde hasta salirse de la misma por caminos obvios y llegar sin dificultad al Prado y Ojos del Prao (ver el plano), para enlazar de nuevo con la ruta planteada.

Nuestra propuesta deja la Vía Verde remontando una corta pero fuerte rampa por la izquierda, para seguir por una senda-carril, con alguna marca y baliza del sendero GR-7. Cruzamos las vías por los puentes a nuestra derecha, y seguimos la pista que nos sitúa de nuevo en el valle del Barranco Hurón, amplio y con cultivos; estamos en la partida de los Juncares. A la izquierda vemos las ruinas de la Masía del Tocón, y a nuestra derecha el mojón de lindes entre Benafer y Viver. Pasamos junto a la chopera en la cual se esconde un pequeño afloramiento de agua conocido como de los Juncares o Caño del Ángel, y de nuevo cruzamos el cauce del Barranco Hurón, aunque ahora es tan plano que apenas se aprecia nada. Por el Paso de la Chopera cruzamos bajo la vía de Renfe y accedemos de nuevo a la Vía Verde, que volvemos a seguir durante unos 300 metros, para dejarla por otro paso, conocido como el Paso Cuevas. Estos pasos son los que las vías del tren debieron dejar para las vías pecuarias o pasos del tránsito del ganado.

Salimos a la carretera CV-211 que une Benafer con Ragudo, la cual seguimos unos 50 metros (apenas tiene tráfico, pero es necesario prestar atención). Tomamos una senda que baja abruptamente de nuevo al cauce del Barranco Hurón, ahora más encajonado y repleto de matorral. Siguiendo la senda pasamos junto al Salto del Hochino, normalmente seco, excavado en las rocas tobáceas o “toscas”. Delante vemos el estrecho valle del Hochino, como obedece a su nombre (vinculado al término hocino). La senda baja bruscamente y pasa junto a una cueva-corral, situada a nuestra izquierda. Un poco más adelante, en el cauce del barranco, brota el Manantial del Hochino, inaccesible y escondido entre la densa maleza, pero cuyo agua es fácil escuchar. Seguimos por una senda con abundante hierba, que desemboca en un carril que nos lleva a los Corrales del Prado. El agua del Hochino normalmente se ha drenado. Tenemos delante una extensión plana, llena de juncos y hierbas, es el Prado, punto donde nace el Manantial de la Franqueza (en realidad dos manantiales separados pero cercanos, Franqueza y San Pedro).

Continuamos para pasar por debajo del gran viaducto de la A-23; podríamos acortar siguiendo el viaducto, pero el agua que proviene de la Franqueza nos obligaría a mojarnos. Así que seguimos por la pista, para desviarnos a nuestra izquierda por un camino que nos lleva al paraje y manantial de los Ojos del Prao. De este copioso y regular afloramiento se toman aguas para extensos riegos de Viver y Jérica (incluida su pedanía de Novaliches). Los Ojos del Prao son unos curiosos agujeros en el suelo, de donde brota el caudaloso manantial. Se puede bajar a un par de ellos, siendo el más interesante aquél en el que nace el agua. Rogamos tener cuidado con el acceso a los mismos.

Para la vuelta a Viver salimos por el otro camino que llega al paraje, pasando entre paredes de “toscas” hasta encontrar la acequia de Magallán. Si queremos ir al restaurante del Cristo solo tenemos que seguir el camino recto y salir a la carretera N-234, y cerca tenemos el mismo. Para seguir la ruta completa tomamos el camino de la izquierda, paralelo a la acequia de Magallán, pasando junto a la balsa de Tobé, en la partida, cómo no, de Tobé. Muy antiguamente los Ojos se denominaban la Fuente de Tobé, o Tover o Tobet. Vamos tomando sucesivos desvíos, atentos al plano o al GPS, volviendo a caminar un poco junto a la acequia de Magallán. Las zonas del Hochino, del Prado, de Tobé, y la que ahora entramos, la Hoya Milla, todas ellas pertenecen al curso del Barranco Hurón, el cual atravesará la población de Viver para desembocar en el Río Palancia junto al paraje del Sargal.

En un momento dado y cerca de unas granjas, veremos los restos del que fue el antiguo molino de Cirilo (aún se aprecia su salto), y poco más adelante pero fuera de nuestra ruta, también quedan las casas de otro antiguo molino, el de Lirián o Molinete. Desembocamos en un camino asfaltado, junto a un partidor conocido como Parada del Banco, y tomando a la derecha pasaremos por debajo de la N-234, entrando ya en el pueblo de Viver, justo donde hay otro salto de agua, junto al cual estaba otro antiguo molino, el de Sargantena, en este caso alimentado por la acequia de San Miguel. Cerca queda ya nuestro punto de partida y final, la fuente de Mosén Villar.


Archivo GPX:  RV13 Viver a Ragudo
https://drive.google.com/file/d/1VdW5jFdA5GtKRVLcElytp0t-flVSDFPf/view?usp=sharing


Cisterna en las Masías de Ragudo

 Manantial de Ragudo

 Zona del Prado, donde nacen los manantiales de la Franqueza
 



Autor: Paco Mas.
Fecha: junio de 2020

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